Sigo en una nube.

Ayer regresé de San Sebastián, sin dormir, con dolor de garganta y cabeza, casi sin voz, agotado y con la sensación de haber vivido desde dentro la mayor fiesta de la gastronomía mundial.

¿Recuerdan la sensación de cuando te bajas de una montaña rusa? Ese momento donde todo te da vueltas, la cabeza y las tripas, pues aprendimos a pensar con ambas gracias a Iñaki Martínez de Albéniz.

Pocas veces en mi vida he sentido una motivación así, de verdad, motivación interna, profunda y consciente, a pesar de que constantemente se está intentando que seamos de todo menos conscientes.

Diálogos de cocina es para la gastronomía lo que fueron los alucinógenos para los seres humanos primitivos, que gracias a ellos sufrieron un aumento en la actividad cerebral sin precedentes. La cantidad de redes neuronales que han sido activadas en mí tras estos días es infinita, y esto me hace pensar, ¿quizás solo hace falta activar esas redes en más personas para que el mundo funcione mejor? No sé, como diría Andoni Luis Aduriz, pero si sé que allá donde él y su equipo me pidan que marche allí marcharé, pues si alguien puede y sabe activar redes neuronales son ellos.

Tratar de resumir en una receta todo lo vivido en estos días es tarea difícil, pero si puedo contarles la receta que realizamos para el akelarre que se organizó en Muka a modo de clausura.

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Creamos una pócima humeante a base de Ron Zacapa 23, cordial de piparras y lima. Fresco, picante y estimulante para las papilas gustativas, no podía empezar semejante celebración con algo demasiado fácil.

Me atrevo a recomendarles que para próximas ediciones no deberían perder la oportunidad de asistir, si tienen la oportunidad de vivirlo será algo que les cambiará para siempre.