Al vino español se le resisten los lujosos estantes de venta en el sibarita y chovinista mercado mundial de la alta gama, dominado por franceses, italianos y hasta estadounidenses, pero no es por falta de calidad sino porque "no sabemos vendernos", lamenta Rafael Somonte, enólogo y director técnico de los vinos de Dominio de Tares, una bodega que ha puesto al Bierzo en el mapa mundial vitivinícola y que ahora celebra la segunda añada del Paisano de Tares, una elaboración sin pretensiones que seduce sin complejos a holandeses, daneses y canadienses.

"Es un vino que se hace como los de antes, con las uvas que encontramos en los terruños para garantizar un trago afrutado, rico y fácil de beber", asegura Somonte mientras abre una de estas apreciadas botellas de vino elaborado con uvas tintas y blancas de viñedos viejos: mencía berciana, garnacha tintorera, palomino fino, doña blanca y godello.

Vendimiado a mano y pisado con raspón, Paisano de Tares tiene una fermentación espontánea con levadura indígena del viñedo y la bodega y se cría en “cubetos” viejos de roble, explica Somonte al catar este tinto ligero con apariencia de clarete de color púrpura, aromas a violeta, ciruela y frutas del bosque que destaca por su frescura y es ideal para acompañar y aligerar cualquier plato, ya sea en copa, chato o porrón.

El Paisano de Tares, el vino elaborado con uvas tintas y blancas de viñedos viejos. EPC

El enólogo ha presentado también las nuevas añadas de Sonrisa de Tares, un 100% godello del Bierzo Alto, su Cepas Viejas, buque insignia de la bodega 100% mencía, el selecto Bembibre, con una crianza en barricas de roble francés durante 15 meses y 24 meses más en botella, y Tombú, una rareza rosada de la variedad prieto picudo de León y Asturias.

"Con este último vino rendimos homenaje a la tradición de los vinos de las tierras leonesas al mismo tiempo que ponemos en valor la variedad prieto picudo que casi había desaparecido", explica Rafael Somonte, quien desde la creación de la bodega Dominio de Tares en 2020 ha conseguido colar sus botellas norteñas en 30 países del mundo y en los cinco continentes. "Tenemos unos vinos muy buenos", insiste antes de ensalzar la calidad de los blancos españoles, unos tragos frescos que casan muy bien con la dieta mediterránea y combaten a fuerza de sorbos los calores de entre mayo y septiembre.