El presidente Lambán anima a beber vino con moderación en la inauguración de la Muestra de las Garnachas, tal como hace él habitualmente. Éxito profesional de la feria Fenavin en Ciudad Real, con centenares de bodegas, entre ellas muchas aragonesas, tratando de vender vino, especialmente al extranjero. Respuesta masiva a la convocatoria del brindis en el Día Vino DO, que se celebra mañana en las cuatro denominaciones aragonesas. Concursos y premios para los vinos. Apertura de bares especializados en vinos. Parece que el mundo del vino se encuentra de enhorabuena, pero…

Sigue sin crecer el consumo y los convulsos mercados exteriores son incapaces de asumir nuestros excedentes de producción. El vino se acumula en los almacenes y se habla ya de destilaciones de crisis, como parece que han comenzado a hacerse en Francia. O producimos mucho, o bebemos poco. Además, va emergiendo un movimiento en contra del consumo de alcohol –cualquiera– que tristemente se irá consolidando, como tantos otros que fomentan una vida estrictamente saludable –pero aburridísima–, centrada en mantener nuestra salud corporal, por más que se olviden de la salud social.

Normalmente mayores

Nos guste o no, hay que reconocer que el vino en nuestro país aparece como una bebida ‘viejuna’. Basta recorrer bares y restaurantes para comprobar como los mayores son la inmensa mayoría de consumidores de vino. Cierto es que muchas bodegas, para horror de los talibanes de vino, han apostado por vinos golosetes, dulzones, con burbuja, para beber frescos, buscando competir con otras bebidas más del gusto de los jóvenes. Y venden, ante el escándalo de los padres de dichos consumidores incipientes que no reconocen en esas coloristas botellas el vino al que ellos están acostumbrados.

Como decían irónicamente en Francia hace ya décadas, cada esquela publicada supone decenas de botellas que no se beberán. Si no insistimos en actualizar el mundo del vino, rejuvenecerlo sin complejos, aquí vamos también camino de ello. Por más que aún seamos bastantes quienes aportamos nuestros esfuerzos para paliar esta bajada en el consumo de vino. No beberemos menos, pero tampoco podemos hacerlo más.