Fueron pueblos y hoy solo son ruinas. La sequía de este verano deja sin reservas embalses y pantanos y, ante este fenómeno, resurgen del agua las iglesias, las casas, los torreones y los puentes de localidades que tiempo atrás desaparecieron bajo las aguas. Una circunstancia que atrae a turistas, que se lanzan a comprobar por ellos mismos qué fue de aquellas poblaciones sumergidas a lo largo de la geografía española.

En muchos puntos se pueden ver embalses junto a carreteras, en parajes naturales o entre montañas. Nuestro país tiene el menor nivel de agua desde hace 32 años, según datos del Ministerio de Transición Ecológica. La falta de lluvias y las altas temperaturas ponen en jaque a las reservas hidrográficas. Por eso, muchos de los enclaves anegados hace años reaparecen a la vista de todos los curiosos. EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, diario integrante del grupo Prensa Ibérica al igual que este medio, ha seleccionado cinco pueblos 'fantasma' para descubrir los tesoros que ocultó el agua en los lugares que fueron inundados.

El torreón de Mediano

El torreón de Mediano.

El pantano de Mediano se sitúa en el Sobrarbe (Huesca). Actualmente la capacidad del embalse se encuentra al 15% y donde antes había agua, ahora solo se observa una llanura atravesada por un pequeño río. Desde el Gobierno de Aragón recomiendan visitar el Castillo de Samitier, el desfiladero de Lo Entremón, su reserva natural y, cuando el pantano se encuentra bajo, la torre de la iglesia de Mediano. Una capilla inundada en 1969.

"El atractivo del torreón y de la zona está durante todo el año, aunque cuando el pantano está bajo son más los que se acercan a él", menciona Javier Carruesco, un alcalde pedáneo de la Fueva.

Este año el templo se ha podido ver desde el invierno, pero con los actuales niveles de agua la iglesia y lo que queda del resto del pueblo, un ayuntamiento de 1.000 habitantes, se ve totalmente al descubierto.

Los vecinos de Mediano tuvieron que salir de sus casas con el agua al cuello. "Llovió durante tres días y los túneles de la presa colapsaron", recuerda el alcalde. Fueron avisados de que se iba a desbordar. El jueves santo de 1969 una riada inundó el pueblo y los que pudieron cogieron sus pertenencias más valiosas y se fueron. Al regresar, todo estaba bajo el agua.

La iglesia del pantano de Sau

Unos turistas se acercan a la iglesia de Sau. EFE

El Río Ter es afluente del pantano de Sau en la comarca de Osona (Cataluña). Este embalse, junto con el de Susqueda, es la principal fuente de agua de Barcelona y se encuentra al 40 y 50 por ciento de su capacidad. En su orilla hay un club náutico y a 200 metros, durante la época estival, reaparece la Iglesia de San Román de Sau, la capilla de uno de estos pueblos inundados. "Cuanto más bajo está el pantano, más gente viene", dicen Paco García y Montse Masó, dueños del restaurante del club.

"Sobre todo vienen extranjeros. Franceses, ingleses y alemanes que visitan la comarca y se acercan hasta el pantano. Este año vienen muchos más. A la gente les gusta ver un pantano seco y las ruinas de un pueblo. Les da morbo", explican.

Desde Viajeros Ocultos (un blog especializado en viajes) Eugenio Zambrano Ruiz habla del "atractivo turístico" de estas rutas por la España seca y que el interés ha crecido exponencialmente.

La capilla y la iglesia son las únicas construcciones que se pueden ver con el actual nivel del agua. Sin embargo, bajo del pantano aún quedan el cementerio y algunas casas. Paco García recuerda haberlas visto a finales de los años 90 cuando una gran sequía dejó al descubierto casi la totalidad del pueblo. Desde entonces no se ha podido ver nada más que el torreón del templo.

Aceredo: el pueblo fantasma

Antiguo pueblo de Aceredo. EFE

Aceredo es un pueblo congelado en el tiempo, concretamente tres décadas. Los edificios se mantienen tal y como estaban en 1992, solo que algo más dañados por el agua y el paso de los años.

Fue en el invierno de este mismo año cuando las casas del 'Concello' comenzaron a asomar debido a la agresiva explotación hidrográfica de la portuguesa EDP. Desde entonces, "los visitantes no han parado de llegar", comenta la alcaldesa del pueblo vecino de Lobois, Carmen Yáñez. "El turismo que viene hasta aquí es sobre todo del norte de Portugal y de la provincia", explica.

Aguilar: el puente de ocho siglos

El puente de Villanueva del Río Pisuerga.

"La verdad que son sentimientos encontrados, porque verlo es interesante, pero eso significa que no tenemos agua", menciona Cristina Párbole historiadora en la Fundación Santa María la Real, un monasterio cercano al viaducto.

El puente de Villanueva del río Pisuerga es una de las joyas arquitectónicas que aparecen en la rivera seca del embalse de Aguilar (Palencia) cuando llega el mes de septiembre. Sin embargo, este año la aparición del puente se ha adelantado a principios de agosto.

Desde comienzos de mes se puede ver el puente románico por completo. Tan solo un poco de agua corre por debajo de sus piedras. Nada más.

Entre los vecinos de la zona el puente es una "atracción" recurrente casi todos los veranos, explica Párbole. Aunque desde las oficinas de turismo del monasterio no promocionan esta visita porque el viaducto es un monumento histórico de la Edad Media que está en un estado de conservación frágil. Tampoco organizan rutas por este sendero.

Solamente los habitantes de los pueblos cercanos al pantano conocen la ubicación del puente. Se acercan para observar lo que antiguamente fue una ruta comercial de carros entre los municipios de la zona.

Las ruinas romanas de As Conchas

Las ruinas romanas de As Conchas. EFE

"Es una locura comparado con otros años", cuenta Martiño Soxe Vázquez, gerente del centro de interpretación Aquae Querquennae. La afluencia de turistas se ha disparado por la claridad con la que se aprecian los restos. Pese a esto, Soxe reconoce que el atractivo turístico de la zona siempre ha llamado a un gran número de visitantes.

En la vaguada del embalse As conchas (Ourense) emergen cada verano las ruinas de un campamento militar romano 'Aquis Querquennis' uno de los enclaves del imperio extinto más importantes de la península Ibérica. La diferencia respecto a otros años es que este verano se puede apreciar con mayor claridad y durante más tiempo.