Es el mismo proceso, que se repite una y otra vez. Primero son hilillos, y al rato, manchas. Luego manchurrones. Al final, hay que admitir a regañadientes que es una marea negra. Al final, a mala gana, hay que mandar al ejército, que tanto bien ha hecho en los Balcanes. Al final. Cuando miles de voluntarios ya se han socarrado, cuando todo el mundo se pregunta qué hace el gobierno. Qué hizo y qué hace. Ayer --por fin algo en la tele-- en la comisión del Parlamento, Rajoy balbuceaba como podía, sacaba su barullo de folios, legajos e informes. Triste metáfora de la actitud del gobierno en esta crisis que, como siga así, se lo va a llevar por delante. O lo dejará muy manchado. Balbuceos, medios datos, hilillos de fuel... patéticas explicaciones de alguien que no está en el tema, de alguien que sólo está al final de una cadena interminable de eslabones rotos, faxes y despropósitos: de un ministro.

Al final, el hilillo, como siempre, es un manchurrón. Ir frenando la tragedia, controlar y censurar la información, no sirve de nada. La Asociación de la Prensa de Galicia ha denunciado que ha habido un "apagón" informativo. Como si no nos hubiéramos dado cuenta. La información va y viene por internet a una velocidad endiablada. El e-mail de una chica desde una ría y las fotos de los satélites han dado más información que esos responsables balbuceantes que quieren poner diques a la libertad de expresión (y aún celebran la Constitución). Más hubiera valido que aplicaran los esfuerzos censores a solucionar el problema. La Xunta, demasiado tarde, tiene que hacerse cargo de la coordinación, aunque para ello tenga que reconocer que el gobierno no podía hacerlo peor, cosa que estamos viendo, con sonrojo, desde el día de autos. Luego resulta que no era el gobierno el que coordinaba mal, sino una empresa a la que se habían encomendado esas tareas. ¿Una empresa? ¿Y este es el mismo gobierno que quiere acometer todo un Plan Hidrológico para España? En ese sentido, podemos estar tranquilos en Aragón. Igual que no supieron redactar el plan, ni pensarlo, tampoco sabrán hacerlo. Sólo saben prohibir la información, ningunear las manifestaciones, taponar con plastilina los infinitos agujeros por los que, al final, siempre acaba por aflorar el manchurrón. La verdad es que mejor estaban cazando perdices.

*Escritor y periodista