El campus zaragozano podría contar a partir del año que viene con un Defensor Universitario encargado de garantizar el cumplimiento de derechos y obligaciones en la actividad académica. A priori, la iniciativa es positiva, aunque es necesario acertar con sus atribuciones y con la persona elegida, que puede ser un profesor o un empleado de administración y servicios. Lo ideal sería que los alumnos influyeran de alguna manera en la designación y en el posterior control del trabajo realizado por el Defensor. Al fin y al cabo, se supone que están llamados a ser sus principales clientes frente a la burocracia del campus.