Los beneficios que aporta el desarrollo de las energías renovables son hoy en día incontestables. Entre ellos se encuentran la mejora medioambiental, el aumento de la seguridad y la diversificación del abastecimiento. Por otra parte, aunque existe claro consenso para potenciar estos recursos, una adecuada planificación de las políticas energéticas exige no perder de vista la necesaria conjunción entre las perspectivas internacional, regional y local.

El marco energético español se caracteriza por una progresiva liberalización de sus mercados. Este contexto legal ha contribuido a un notable crecimiento de las energías renovables, especialmente durante los últimos años. En el caso de la generación eléctrica incluida en el régimen especial, este crecimiento se ha basado en el establecimiento de primas. Pero como nada es perfecto, las cuantías de estas primas están sujetas a revisión, lo que arroja grandes dosis de incertidumbre a los promotores en las estimaciones de la rentabilidad de sus proyectos de centrales hidráulicas, eólicas, de biomasa o de cogeneración, entre otras. En este escenario, deben planificar sus inversiones sin tener fijado un precio de venta de los kilovatios generados, al menos durante el periodo de amortización. Esta circunstancia se agrava en el caso de las centrales de cogeneración que normalmente utilizan gas, combustible que ha experimentado una evolución alcista de sus precios que no se ha reflejado en las primas.

Y LAS COSAS pueden empeorar. La propuesta de Real Decreto de tarifas para el próximo año 2003 contempla una rebaja generalizada de las primas: un 2 % en la hidráulica, un 8 % en la eólica y un 4 % en la cogeneración. La de la fotovoltaica se mantiene y únicamente sube la prima de la biomasa primaria. Nos encontramos así ante un planteamiento paradójico, que difiere mucho de los manejados hasta ahora. Además, las primas, lejos de ser una subvención, son un reconocimiento a la asunción de un buen número de costes externos, al menos en el caso de las renovables si las comparamos con los combustibles convencionales. Basta recordar lo que está sucediendo estos días en las costas de Galicia.

Este descenso de las primas resulta especialmente grave para regiones con importante potencial de fuentes renovables como la nuestra, que ha apostado claramente por promocionarlas con el componente de vertebración territorial que tienen por su localización dispersa.

La estructura energética aragonesa se caracteriza por la alta participación de las renovables. En el año 2001, la energía procedente de estas fuentes representó el 13 % del consumo total de energía primaria regional, porcentaje que en España fue del 6,5 %. El objetivo nacional y de la Unión Europea es llegar al 12 % para el año 2010.

Si nos centramos en las renovables destinadas a la generación eléctrica vemos que la potencia eléctrica instalada en la actualidad representa el 55% de toda la de Aragón, con la siguiente distribución: 1.582 MW en centrales hidroeléctricas, 18 MW en centrales de cogeneración que utilizan biomasa como combustible, 634 MW en parques eólicos y 0,4 MW en instalaciones solares fotovoltaicas. Estas centrales generan en un año medio 5.000 GWh, el 38 % de toda la energía eléctrica generada en Aragón. En España, el porcentaje es del 18 %.

TODAS ESTAS cifras encierran un concepto muy claro, valor añadido regional. Las renovables son un yacimiento de empleo y su desarrollo contribuye a mejorar la infraestructura eléctrica con medidas que atendiendo únicamente a criterios de rentabilidad nunca se pondrían en marcha.

Las comunidades autónomas pueden tener un papel protagonista en la promoción del régimen especial. Aragón ha apostado y apuesta por las energías renovables como demuestra nuestro Plan de Acción de las Energías Renovables, que propone alcanzar en el año 2005 una participación de estas fuentes del 20 %. Esta planificación quedará seriamente comprometida si las cuantías de las primas no son capaces de soportar la rentabilidad de las inversiones, lo que puede afectar incluso a proyectos que ahora están en funcionamiento.

Los mecanismos de apoyo a las renovables van a seguir siendo necesarios si queremos disponer de una actividad de aprovechamiento de las renovables competitiva y compatible con otras fuentes energéticas convencionales. Tendrán, eso sí, que evolucionar de acuerdo con la progresiva implantación de las reglas de mercado y competencia.

*Consejero de Industria de la DGA