El anuncio del posible nacimiento de un bebé clonado actualiza el debate científico, político y mediático sobre la conveniencia y la legalidad de este tipo de concepción. Desde hace años, la clonación humana genera escepticismo en la comunidad científica, que mayoritariamente duda de que acabe siendo globalmente beneficiosa para los seres humanos. Con ese mismo temor, las autoridades europeas y norteamericanas han impuesto severas restricciones y controles a la experimentación con células humanas. Hasta ahora, la clonación de animales ha tenido relativo éxito, pero no ha logrado despejar los interrogantes sobre la aplicación con células humanas.

El hecho de que Clonaid, la compañía biotecnológica que anuncia haber realizado el experimento, esté relacionada con una secta que defiende la teoría de que los humanos fueron creados con ADN procedente de una raza extraterrestre, añade más recelos. Y se convierte en un argumento a favor de quienes creen que este tipo de investigaciones, que son inevitables como ya estamos viendo, deberían estar sujetas a unos protocolos científicos internacionales muy estrictos y a legislaciones sanitarias cautelosas y rigurosas.