La crítica situación vivida ayer en varios pueblos de la ribera del Ebro en Zaragoza fue patente a últimas horas de la tarde, cuando los diques de contención reventaron en Pradilla y obligaron a evacuar a todos los vecinos. Alcalá, Boquiñeni y Cabañas vivían momentos de angustia e incertidumbre levantando nuevos muros de contención cuando llegó el ministro Jaume Matas a explicar que las infraestructuras "han actuado" y han conseguido reducir de una forma "importante" el impacto que podría haber tenido la crecida del río. Efectivamente, a diferencia de la riada del 61, esta vez el Ebro ha encontrado algunas resistencias gracias a las infraestructuras que se han construido en los últimos años. Pero sólo hay que ver la lámina de agua en que se han convertido las huertas, los campos y las granjas de la zona para entender que el ministro, además de colgarse medallas, debería haber tenido alguna palabra de consuelo para los afectados.