Se pasa el año en vano, sin creación ni negocio ni amor. Da igual el criterio, se va cayendo el año por sus hojas moribundas y todo es una expectativa de terrores. Baja la cotización de las vidas y caen las tardes sin esperanza ni consuelo, caen las tardes sin enamorados. Ya solo se besan en Teruel, que no tendrá AVE. Los amantes de Teruel, besar a un muerto y morirle encima: inminente actualidad. Se van los meses sin sentir, entre mapas y aviones espía, en la burocracia de los misiles y sus alcances. La agenda estaba sellada por esta guerra sin principio ni final, por esta guerra corta, tan corta que no acaba de empezar, aunque ya llevan años bombardeando Irak, un poco extraoficialmente, como si dijéramos en prácticas por las rayas de los paralelos. Tan corta era esta guerra que ya tememos que sea el prólogo de una indefinida. Una nueva situación.

El mundo es todo maniobras, trasiego de jóvenes y movilización de reservistas. Vuelven todos los verbos malos, la sarta de eufemismos para no decir matar, masacrar. Los actores se rebelan, las modelos se manifiestan en sus pasarelas, y en cada casa se va gestando un infierno, por mera imitación, porque el ejemplo bélico acaba por impregnarlo todo, a los niños, a los ancianos y a los aficionados al fútbol. El ejemplo de esos presidentes torpederos expande en cada barrio la bomba síquica del matonismo preventivo. Las agendas están marcadas, y nada es para unos meses. Dicen los indicadores que hay poca confianza, que hay pesimismo y que eso puede hacer que descienda el consumo interno, el consumo. Que ya ha descendido un poco, y siempre están las cifras de ventas de coches, aunque un coche en la economía familiar son palabras mayores, las ventas de cualquier cosa. Ante esta agresión al futuro, a la esperanza, al consumo, no es extraño que salgan unas cifras tan altas de gente que se opone a la guerra, sin más. La guerra es enemiga del DVD.

No nos han sabido convencer, si es que tal cosa era posible, sólo han sabido asustarnos. Cada casa va echando sus cuentas según avanza el calendario de la invasión, el bombardeo, las lunas negras. La contabilidad doméstica, igual que las ilusorias previsiones de los gobiernos, se ciñe al miedo. Cientos de personas besándose en la calle en Teruel. Y España ni se ha enterado.

*Periodista y escritor