CONFLICTO DE IRAK

Poesía

***Iván Gracia Serrate

***Zaragoza

Las tormentas perciben a las tierras muerte, dolor y avientan a los aires agitados por la sangre ya seca de inocentes, ellos, ellos no viven.

Aquellos, aquellos que hacen la guerra sin mirar a las víctimas sus ojos ya cerrados por ellos, sepan que ellas no volverán sus vistas a sus rostros / Las gramas húmedas de gente muerta, muerta de dolor y de sufrimiento, sus cuerpos enterrados por las tierras de injusticias, pena y sin alimento / Aquellos, aquellos que hacen la guerra sin sentir a los niños su dolor de sus párpados llenos de tristezas silenciadas, son ciegos del horror / Al oír las súplicas de paz eterna, debéis abrir los oídos vosotros que siempre los niños vivir desean. Si creéis que no os llaman, sois sordos / Aquellos, aquellos que hacen la guerra, que odian la paz, que enfrentan a los hombres contra los hombres, que a la vida metan en prisión, y a la libertad en cofres.

Los ríos con sus aguas fulgurantes de sangre derramada por los niños, niños de la tierra y la mar gigante. ¡Madre, tú reclamarás a tus hijos! / Los llantos perdurarán en los tiempos mientras el hombre sea hombre y decida ser: humano, es necesario el respeto a la vida y llenarnos de alegría / Aquellos, aquellos que hacen la paz, viven por el respeto, la igualdad, la tolerancia, en sus vidas recaerán bonitos premios de la humanidad / La gente en los campos de alegres flores riendo muy felices con sus hermanos de la mano, la paz del horizonte vive satisfecha en los cielos claros.

CONFLICTO DE IRAK

Carta a Aznar

***Manuela Sierra

***Molinos (Teruel)

Puede que usted sepa mucho y de muchas cosas, pero estoy segura de que no sabe nada de lo que es una guerra, porque, si lo supiera, no se empeñaría, como se empeña, en hacer la guerra a Irak. Prefiero no pensar otra cosa.

Por desgracia, me tocó vivir la guerra civil con apenas 8 años (nací en 1927) y ahora, con 75 aún tengo vivos recuerdos que me estremecen.

¿Sabe usted lo que se siente cuando estás en una masía perdida en el monte, hecha de barro y de piedras y ves cómo a escasos veinte metros caen bombas que dejan agujeros de varios metros de profundidas?

¿Imagina lo que puede sentir una niña de apenas nueve años que con su hermana, aún menor, anda desesperada huyendo de las bombas y de las balas entre filas interminables de soldados que lloran heridos, corren, gritan o agonizan? (recuerdo perfectamente en una de aquellas idas y venidas por caminos llenos de soldados, entre el horror de las bombas y las balas cómo sangraba un desgraciado soldado que acababa de morir.

Se llamaba Ricardo, era de Toro y tenía un hijo. Lo recuerdo perfectamente porque allí mismo, delante de mí, le sacaron la documentación para llevarla al ayuntamiento. Más tarde lo enterró mi padre en el mismo lugar donde murió).

¿Sabe usted lo que es la impotencia de una madre que ya no tiene nada que dar de comer a sus hijos porque los soldados que, una y otra vez, unos de un bando y otros de otros, han ido pasando por su masía, se han ido llevando todo lo poco que había para llevarse a la boca?

No, usted no sabe nada de todo esto. Pues sepa usted que eso mismo va a sucederles a los pobres habitantes de Irak que, a diferencia de usted o de Sadam, no tienen la suerte de vivir en palacios ni de ser ellos los que emprendan la guerra.

Posiblemente ya lo sabe, pero, por si acaso, se lo digo: si Estados Unidos y otros países como España atacan a irak, lo único que realmente conseguirán (aunque se apoderen de su petróleo) es que el pueblo llano, los más desprotegidos, niños y niñas como yo entonces, vuelvan a sentir el horror que sentí hace casi setenta años. Nada más. Piénselo. Hay algo por encima de usted y de cualquier otro político o gobernante: no matarás. Y no se especifica ni cómo, ni cuando ni a quien.