La presión de las movilizaciones populares por la paz ha obtenido ya sus primeros frutos, pues hasta el responsable británico de Exteriores, Jack Straw, ha reconocido que es "muy difícil" desencadenar una guerra en Irak frente a una opinión pública unánimemente decidida a impedirla. Esa resolución de la ciudadanía ha influido decisivamente en el resultado de la cumbre extraordinaria de la UE, a la que Jacques Chirac y Gerhard Schröder, llegaron reforzados por las manifestaciones del fin de semana. De momento, sólo se les ha arrancado a los halcones algo más de tiempo para los inspectores de desarme de la ONU, pero los gobernantes europeos que apoyan los planes bélicos de Bush están empezando a ceder en su empeño de aislar al eje franco-alemán, en vista del alto precio político que se arriesgan a tener que pagar en su propio ámbito electoral. La UE no ha descartado el uso de la fuerza militar como último recurso y EEUU sigue empeñado en conducir la crisis hasta la conflagración armada. Sin embargo, la firmeza del "frente de la paz", como ya se denomina a la alianza antibelicista de franceses, alemanes, belgas, austriacos, suecos y finlandeses, permite albergar esperanzas de que se logre evitar la guerra.