Hoy comienzan los viajes promocionales del AVE entre Madrid, Zaragoza y Lleida con la línea aún en mantillas. No se trata de dudar aquí de que estos viajes cumplan los parámetros de calidad, seguridad y confort del trazado ferroviario más moderno del país, pero una simple enumeración de los aspectos que aún están pendientes muestran que al final, al Gestor de Infraestructuras Ferroviarias (GIF) le ha pillado el toro. Para empezar, porque estos recorridos van a realizarse prácticamente por un circuito cerrado y a una velocidad muy limitada. ¿La causa? El centro de control y mando aún no está operativo, lo mismo que los sistemas de seguridad definitivos, sin olvidar que aún quedan por finalizar obras en los desvíos de la línea y, en el caso de Zaragoza, en la estación de Delicias. Así las cosas, se confirman los problemas que está sufriendo el ente que preside Juan Carlos Barrón para culminar los trabajos en tiempo y forma. Un simulacro de inauguración tan en precario dice muy poco a favor de este organismo. En una obra de este calado, el problema no es un retraso de unos meses, que es perfectamente comprensible, pero cunde cierto escepticismo ante tanta expectativa finalmente frustrada.