La sociedad civil, expresión que se utiliza sin saber muy bien a qué nos estamos refiriendo, toma cada día más protagonismo en las sociedades democráticas como plasmación de sus estados de opinión frente a las instituciones de la misma democracia, especialmente gobiernos y partidos políticos. No es un invento moderno, pues Aristóteles, San Agustín y el mismo Tomás de Aquino ya definieron el concepto de sociedad civil como la agrupación de los ciudadanos -- isegoría en griego--, que expresan libremente sus opiniones, lo que perfecciona la democracia en un ámbito distinto del político. No es pues la sociedad civil la mera participación de los ciudadanos en el funcionamiento político de la democracia, supone la existencia activa de estructuras sociales intermedias donde los ciudadanos se expresan.

Tras la frialdad de la teoría liberal, las sucesivas aportaciones, contrapuestas unas, y matizantes otras, de Hegel, Marx y Gramsci, hemos llegado a enmarcar el concepto de sociedad civil, entendida como el ámbito de relación entre ciudadanos y sus intereses privados frente al poder, y es una noción de singular importancia tanto para la filosofía política como para la teoría social, que gradualmente sabrá compaginar intereses particulares y sociales salvando las fisuras entre el reino de lo privado como creación burguesa y los intereses generales representados por un Estado hegemónico. La existencia de una sociedad civil requiere que en ella puedan desarrollarse el individualismo, la privacidad, la economía de mercado, el pluralismo ideológico y las clases sociales abiertas. Debe estar consolidada al amparo del orden y las garantías de una democracia pluralista y parlamentaria, y los derechos de la ciudadanía amparados por un claro marco jurídico y político.

LA DEBILIDAD tradicional de la sociedad civil en países como España, Grecia, Polonia o Rusia explica los vaivenes de su historia reciente, y la facilidad con la que revoluciones, golpes de estado y dictaduras militares hicieron presa en ellos. La existencia de una sociedad civil activa ha sido una de las causas del progreso de los países noroccidentales y anglosajones, y del retraso de los meridionales y sudamericanos. Y este progreso no sólo ha sido en el terreno económico y de generación de riqueza, sino en el de las conquistas sociales, culturales y de todo tipo. Siempre bajo sociedades libres.

Para quienes deseen profundizar en este concepto, lo que recomiendo particularmente a los políticos, por lo antes citado, tienen una interesante referencia bibliográfica en Michael Walzer, autor de Toward a global Civil Society ; Víctor Pérez Díaz, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense, con su obra básica El retorno de la Sociedad Civil ; Rafael Alvira, con Sociedad Civil: la Democracia y su destino ; y Salvador Giner, autor de Filosofía Política II Teoría del Estado .

Las recientes manifestaciones contra la guerra en Irak son expresión de las sociedades civiles de numerosos lugares del mundo, entre ellos España y Aragón, como lo fueron en su momento la toma de la Bastilla y el abatimiento del Muro de Berlín o el rechazo multitudinario al trasvase del Ebro.

SIN SALIR a la calle en masa, la sociedad civil se expresa también en instancias intermedias. Así sucedió el 24 de febrero en la mesa redonda convocada por los colegios de arquitectos, abogados y urbanistas, siguiendo el manifiesto de la Fundación Ecología y Desarrollo y el sentir de los arquitectos zaragozanos, y que junto con voces individuales claman contra la decisión municipal de demoler La Romareda para levantar mil viviendas en el entorno de los dos grandes hospitales, el Miguel Servet y el Clínico que, con el Hospital Militar, el Psiquiátrico, el Banco de Sangre Regional, y las clínicas Montpellier y Quirón conforman una zona de clara vocación sanitaria necesitada de mimo, cariño y proyectos de futuro.

Participé en ella invitado a título personal para exponer lo que opinamos muchos al respecto en la Casa Grande , donde trabajo desde hace 35 años. La convocatoria no era ni estaba justificada por ninguna bandería política; los argumentos expuestos y sus conclusiones fueron objetivos, serenos, precisos y contundentes desde el punto de vista técnico y profesional. El Ayuntamiento y el Gobierno de Aragón no pueden, sin grave quebranto del espíritu y talante democrático que se les reconoce a sus actuales responsables, desoír a la sociedad civil cuya expresión en la citada mesa redonda me produjo una sensación de felicidad civil casi isegórica .

*Catedrático de Urología