El Estado español es cada día más complejo; me refiero a las varias administraciones que conviven en España. Al gobierno central, con sus correspondientes delegaciones y subdelegaciones, hay que sumar los gobiernos autonómicos, las diputaciones provinciales, los ayuntamientos, las pedanías y ahora, en Aragón, las comarcas. Semejante tropel de organismos solapan sus competencias de tal manera que es necesario replantear la estructura del Estado de modo urgente. Cada administración suele ir a su aire. El Gobierno de España diseña la red de autovías y de ferrocarriles por su cuenta, sin importarle la opinión del Gobierno de Aragón, que clama contra los desatinos del Ministerio de Fomento o del de Medio Ambiente en forma, a veces, propia de pataleta de patio de recreo. Ayer el ministro de Fomento puso la primera piedra de un nuevo tramo de la autovía Mudéjar sin que asistieran representantes del Gobierno aragonés "por desacuerdo con ese trazado". Pero entre tanto, ¿qué ha hecho la DGA para cambiarlo?; hasta ahora, nada. Se inundan las riberas del Ebro y cuando a la DGA se le ocurre que hay que coordinar las acciones, resulta que los bomberos de la Diputación de Zaragoza ya llevan un día trabajando en la zona del desastre. En apenas una semana se inauguran en Zaragoza dos bibliotecas, y las dos llevan el nombre de la insigne María Moliner. O alguien coordina todo esto o habrá que darle la razón al señor Fraga cuando reclama la Administración única. Claro que en ese caso, ¿qué haríamos con tanto político sobrante?

*Profesor de universidad y escritor