En lo que va de año, la Guardia Civil de Montaña ha rescatado en el Pirineo oscense a 211 personas en los 118 socorros realizados. De estas personas 6 fallecieron y 91 resultaron heridas en actividades deportivas que van desde el montañismo al barranquismo. Estos datos suponen un incremento de la mortalidad en relación a los seis primeros meses del año 2002, en los que hubo cinco muertos y 78 heridos. Las regulaciones administrativas y las medidas de alerta y de rescate en la montaña son cada vez más amplias, pero los esfuerzos para garantizar la seguridad en los deportes etiquetados de aventura a menudo son insuficientes.

En algunos casos se pueden achacar las causas a la escasez de medios, a la poca preparación de los organizadores o la falta de una normativa exigente. Pero demasiadas veces lo que falla es la percepción de que cualquiera de estas actividades son un deporte con riesgos reales en los que el azar puede causar una tragedia, por lo son necesarios material adecuado, preparación física, conocimientos técnicos y, sobre todo, prudencia. Olvidamos que una montaña o un curso de aguas bravas son lo que son y tendemos a equipararlos a unos polideportivos seguros y estables. Y eso es un error.