Una ciudad sin ideas ni expectativas de largo alcance se mantiene con la labor cotidiana, sin cambios. Una ciudad que aspira a dar su esperado y merecido salto necesita de personas con ideas que la empujen. En esta demagógica y mediática polémica de los asesores y la deuda hay más mentiras que verdades. Más inquina, celos y mal rollo acumulado. Es posible que ya nadie recuerde la locura desatada un año antes de las elecciones para salvar la barca varada del ayto popular, o los suicidios económicos en Independencia, cuyos comerciantes aún no han recibido las ayudas prometidas. O las expropiaciones impagadas del tercer cinturón, o la sentencia judicial del hiper desobedecida. Pero desatar a la jauría de la denuncia por el diseño de un nuevo ayto para una nueva ciudad no tiene otro sentido que atar corto las expectativas de cambio por los de siempre. La derecha suele conformarse con gestionar lo que hay, la izquierda debe cambiar las cosas. Asistimos a otra bronca política sin debate de ideas ni proyectos. La deuda no puede excusar el cambio ni la tonta polémica de los asesores esconder el debate. Una ciudad necesita sueños para quererse y empujarse. ¿Damos tiempo a ver que pasa?. *Periodista