Es el término que mejor define las características de esta ciudad, nuestras propias características de provincianos irredentos. Lo acuñó Buñuel para otro menester, pero se ajusta perfectamente al estilo y las maneras de esa parte de la sociedad zaragozana tan acomodaticia y tan costumbrista que pone todo su empeño para que nada cambie, para que nada avance, para que nada evolucione, para que todo les siga siendo cómodo y al modo de sus inamovibles costumbres.

Pero una sociedad no puede permitirse por mucho tiempo la esquizofrenia de reclamar los avances que por cultura, por demografía y por derecho le asisten y frenarlos en cuantito que asoman porque pueden ser contrarios a cuatro intereses particulares. No es eso. Esta ciudad lleva mucho tiempo manteniendo una ebullición al baño maría , un hervor moderado que ni cuece ni desborda, un hervor que mata los gérmenes pero que no aporta sabor, olor ni color, nada. Esta ciudad es sosa de narices.

El equipo del alcalde Belloch ha empezado a cocinar un montón de ideas, las propias y las que aporta su socio de gobierno, CHA, porque la ciudadanía que los ha puesto donde están tiene prisa y está expectante. El futuro se puede hacer a fuego lento, removiendo de vez en cuando para que no se pegue, pero se puede hacer también en pocos minutos si se le mete presión. La ciudadanía que ha apostado por los nuevos gobernantes quiere sacudirse la modorra y que rujan los motores para que la ciudad ocupe el sitio que merece. Que es la quinta y no pita nada.

*Periodista