Desde el miércoles, los miles de neumáticos que produce Aragón anualmente no pueden ser abandonados enteros en los vertederos y tampoco incinerados. Ya no quedan más moratorias. La normativa europea quiere poner freno a la contaminación ambiental que produce el caucho y al tiempo que intenta eliminar un problema genera otro que han de resolver las propias comunidades autónomas. Aragón, por ejemplo, donde se generan 15.000 toneladas al año de neumáticos usados y otras 5.000 de residuos industriales de caucho.

Mientras el Plan Aragonés de Gestión de Residuos avanza de forma lenta, los vendedores de neumáticos se ha adelantado proponiendo la construcción de una planta en Alloza para reciclar el caucho mediante un proceso "sencillo y controlable". Aportan datos que no se desdicen de lo que la propia UE aconseja, pero esta comarca turolense, que ha sufrido fuertes impactos ambientales, se ha unido contra la instalación de la planta porque la estima incompatible con el desarrollo que pretende. El problema se repite y ha pillado de nuevo a Medio Ambiente mirando hacia otro lado. Antes de que la situación se enquiste socialmente hay que intentar resolverla poniendo sobre la mesa el problema, las posibles soluciones y mucha información.