A los delincuentes que el jueves reventaron el escaparate de la joyería Baena con pico y maza sólo les faltó saludar al público que presenció el acto como si fuera una representación de teatro. Fue un golpe maestro, porque en un abrir y cerrar de ojos rompieron la luna y se llevaron las piezas más valiosas del establecimiento. El balance de esta joyería, la más antigua de la ciudad, rompería de forma individual las estadísticas sobre seguridad ciudadana en Zaragoza. Hace diez meses sufrió otro espectacular atraco cuando aún no se había repuesto del golpe registrado hace cuatro años. Entonces, los ladrones se llevaron un sustancioso botín.