Zaragoza echa las largas, las luces largas, con el proyecto Expo 08. Se abren más focos y es preciso, entre otras cosas, reunir conjuntamente la energía suficiente. Y deslumbrar.

Comenzamos la semana con la inauguración de un parque eólico en Tardienta y la cerramos con la celebración, por parte del Colegio de Ingenieros Industriales y de ERZ Endesa, del 125 aniversario de la irrupción de la electricidad en la capital aragonesa. El milagro llegó a unos espacios fundamentales en la historia de Zaragoza: los cafés. El Iberia, el París y el Ambos Mundos (uno de los mayores de Europa) acogieron en 1883 el estreno de las bombillas. Debió ser un momento lleno de expectación y magia, con su lento ceremonial y su público embobado por la nueva luz que llegaba. Desde entonces, la historia comenzó a encenderse de otro modo, empezamos a cambiar de arriba a abajo. El paisaje se llenó de industrias. Cobramos impulso y la vida cotidiana incorporó ese adelanto que propiciaría, a la larga, tantas ventajas. Ahora que todo tiene enchufe o pilas, resulta muy extraño que a estas alturas no exista un monumento o calle dedicada a la electricidad.

Décadas atrás, el Pirineo aragonés acogió a muchos ingenieros extranjeros con planos para la construcción de centrales hidroeléctricas en los saltos de agua. Se podía hacer una pequeña ruta a lo largo de los espacios expositivos que en Aragón redundan en este sector. En Lafortunada existe un Museo de la Electricidad, situado en el antiguo Casino. En Murillo de Gállego, un particular ha recopilado cuidadosamente todas las piezas de una central hidroeléctrica de 1900. Lo mismo sucede en Seira, con instalaciones, fotos, contadores y una gran turbina.

En Zaragoza, el salto eléctrico definitivo se produjo el 1 de enero de 1900. En ese día, la sociedad Electra-Peral Zaragozana amplió a 24 horas la luz para todos los hogares, cuando antes sólo se prestaba por las noches. El comienzo de siglo fue una fiesta luminosa. Al año siguiente, se electrificaron los tranvías y el ritmo urbano varió. La luz de gas comenzó a dar poco a poco el relevo. Y después llegó el cine. A la electricidad, como diría Julio Verne, le debemos buena parte de lo que somos. Somos seres eléctricos, y cada día más, con tanto recalentamiento ambiental. La electricidad con sus 125 años o el viento son corrientes que nos mueven, o nos moverán. Como la Expo.

*Periodista