Antes de darme una vuelta por alguno de los escenarios del ciclo En la Frontera, esta mañana habré ido a la marcha hacia el campo de tiro de San Gregorio. El mayor campo militar de la Europa recién ampliada, campo de juegos de la OTAN, lugar de desmanes armados y presuntas vías de contaminación no controlada provocada por las pruebas guerreras de los ejércitos implicados en invasiones y agresiones armadas en el mundo. La tiranía de Primo de Rivera convirtió en militares suelos zaragozanos que luego aumento en número y maldad la dictadura de Franco. Entre 1973 y 1975 se triplicó su espacio, arrebatándoselo a la agricultura o los usos ciudadanos en una capital con el dudoso honor de haber tenido en manos militares más de un tercio de su suelo. El actual equipo de gobierno siempre denunció tal situación en la oposición, que a 25 años de ayuntamientos democráticos debería cambiar. Por no hablar de vuelos rasantes ilegales y la terrible incongruencia de presumir de estar inaugurando nuevos tiempos de búsqueda de la paz mientras se mantiene semejante chandrío. Vamos, que como muy bien diría la concejala Borraz, nos están tocando los cojones. *Periodista