Hola. Te vi ya el primer día de clase sentada en una mesa de la primera fila, mirándome fijamente y yo, fíjate qué tontería, lo primero que me pregunté fue si eras china o japonesa, pues por aquí nos resulta difícil distinguiros (me figuro que a ti al principio te estará ocurriendo lo mismo con nosotros). Desconocía aún que no sabes una palabra de español, por lo que me sorprendió mucho que estuvieras aparentemente tan atenta y calladita. A las pocas horas comprobé también en otra clase que un muchacho de tu misma edad, quince o dieciséis años, búlgaro, estaba en tus mismas condiciones. Finalmente, me enteré de que había unos cuantos más en esa misma situación. Boquiabierto me quedé, aunque quizá no llegaras a notarlo, poniéndome en vuestra piel oyendo sonidos ininteligibles sin rechistar de ocho y media de la mañana a dos y media del mediodía todos los días de la semana, de lunes a viernes.

Me puse a imaginar cuáles serían las sensaciones de mis hijos, y las mías propias, si se encontraran en vuestras circunstancias escolares, y me quedé entre indignado y avergonzado. Supongo que en algún sitio oficial alguien ojeó tu solicitud de escolarización, tomó nota de tu edad, te adjudicó un instituto, y finalmente decidió que te colocasen en un grupo de 4º de la ESO. La cosa es que ya estás escolarizada, es decir, que ya tienes una mesa y una silla para asistir a las clases de botánica aplicada, matemáticas, ética, física y química, historia, biología o lengua castellana, eso sí, sin apenas entender una sola palabra de lo que vas oyendo durante seis horas seguidas.

RECIBIREIS alguna clase especial de castellano, muy pocas, y así algún profesor completará su horario semanal de docencia. Quizá algún otro dedique también parte de su tiempo no docente en el instituto a enseñaros castellano, porque le duele mucho miraros cuando entra en el aula, constatar que no os enteráis de nada y salir de clase como si nada estuviese pasando. Ya, ya sé que eso apenas da respuesta a vuestros derechos, pero es difícil cumplir con nuestras obligaciones si las autoridades educativas creen que ya han hecho suficiente al teneros embutidos en un aula junto a veintitantos chavales más.

Me contaba un colega el otro día que un dirigente de la educación Primaria aragonesa declaraba en un grupito que los niños pequeños apenas necesitan nada porque aprenden el idioma en cuatro días y con la gorra. También en Secundaria hay una profusión enorme de parches y cataplasmas para salir del paso. De hecho, el Gobierno aragonés estableció en su día un Centro de Recursos dedicado a la Educación Intercultural, pero considerando su dotación de personal y otras limitaciones reales ni de lejos dan abasto o pueden cumplir sus objetivos básicos y primarios como sería deseable.

Ultimamente han publicitado a los cuatro vientos desde instancias oficiales una nueva figura en los centros escolares para atender a los alumnos inmigrantes o con ciertas necesidades educativas especiales: la Tutoría de Acogida. Sin embargo, me he puesto a indagar qué hay de humo y qué hay de chicha en todo este asunto, y sólo en muy pocos centros aragoneses hay tutor de acogida, pues la DGA ha empezado la casa por el tejado: no hay estructura, programa, perfil, selección, líneas claras o cometidos precisos con los diversos componentes del conjunto educativo (alumnado, Administración, familias, profesorado, currícula, organización del centro, horarios., etc...), que definan la figura y el papel de ese tutor de acogida.

ASI QUE, amiga mía, alumna mía, por el momento, no te desanimes. Seguro que no somos pocos quienes queremos hablar contigo de tantas cosas, queremos hacer contigo tantas cosas, estamos tan convencidos de que con tu llegada puedes ayudarnos a cambiar tantas cosas, que, aunque no hablamos ni chino, ni árabe, ni búlgaro, vamos a acabar entendiéndonos y comprendiéndonos pronto para ir construyendo juntos esa vida y ese mundo a los que tantos aspiramos y tenemos derecho. Haz muchos amigos, lee todo lo que puedas en todas las lenguas que puedas y cuéntanoslo, y, sobre todo, no olvides jamás que posees una gran riqueza con todo lo que has traído de tu tierra y todo lo que vas a encontrar aquí, y que hay muchas personas que queremos compartir contigo los caminos y los horizontes. Venga, hasta mañana, que nos veremos en clase, donde trabajaremos todos juntos. Bienvenida. Te estábamos esperando. Gracias por haber llegado ya.

*Profesor de Filosofía