Un aprendiz de tornado sembró hace unos días momentos de alarma en el centro de Zaragoza. Unos minutos de meteorología desatada fueron suficientes para desarbolar algunas terrazas y para que sus sillas y sus mesas se convirtieran en peligrosos objetos arrojadizos, en indeseables ovnis del cierzo.

Unos instantes bastaron para que basuras arrinconadas de viejo por suelos y zonas (supuestamente) ajardinadas en casi todos los puntos de la ciudad reafirmaran su presencia al volverse itinerantes por la intensidad del torbellino que azotó por unos minutos.

Ramas de árboles sin podar quebraron y los viandantes --asustados algunos-- tuvieron que buscar cobijo con urgencia.

Y ahora a ti te digo, Zaragoza, factoría de ilusiones pendientes, centralista tú (Aragón existe), promesa permanente de viento, promesa de Exposición Universal del 2008 (qué nervios), promesa de mayores impuestos y de nuevo estadio de fútbol si el consenso llega (qué dilatada incertidumbre), sí, a ti te digo, querida y soñada Zaragoza: qué sucia estás.

Que lo sepan.

*Doctor en Medicina y radiólogo