El diputado Labordeta le preguntó ayer al Gobierno en el Parlamento si pensaba pagar la deuda sanitaria a Aragón, que asciende a 29 millones de euros. Respondió el vicepresidente segundo y ministro de Economía y Hacienda, Pedro Solbes, y dijo: "De acuerdo con la interpretación del Gobierno, el Gobierno considera que no existe esa deuda sanitaria que se produce como consecuencia del proceso de transferencia (...). Yo creo que es un problema que no debe plantearnos ninguna dificultad. Debemos intentar resolverlo de la mejor forma posible. No es un problema de distinto concepto, sino de aplicación de la ley de una forma o de otra". Luego habló de la financiación de la sanidad en general. Entonces, nos quedamos como estábamos. O peor. Mejor no preguntar. Más le valía haberse estado quieto a Labordeta, pues habríamos seguido en la dulce inopia. ¿Qué quiere decir exactamente que es un problema que no debe plantearnos ninguna dificultad? ¿Qué lo van a pagar? ¿Qué no lo van a pagar? ¿Qué lo decidan los tribunales? ¿Qué ya se verá in illo tempore ? ¿No podría el señor Solbes haber sido un poco más concreto o más ambiguo? ¿No se da cuenta de que está dejando en evidencia al Gobierno de Aragón, que defendió --y defiende-- con uñas y dientes y tribunales el derecho a cobrar esa deuda que el anterior ejecutivo del PP ya racaneaba? Nos hemos quedado igual que antes, pero con más suspense. Bueno, igual no. Un poco peor. Ahora podríamos volver a arrojarnos los trastos a las cabezas por haber aceptado la transferencia en aquella especie de pesadilla antes de navidad. ¿Qué vías quedan tras la esotérica respuesta de Solbes? ¿Qué ha de hacer el Gobierno de Aragón? ¿Retira la demanda o el recurso? ¿Se queda quieto a ver qué pasa? ¿Va a Madrid y monta el pollo? El oráculo ministerial ha oscurecido el tema. Si esta respuesta no se concreta cuanto antes en algo más sustancioso, volverán las peores pesadillas, porque precisamente esos 29 millones y los que han ido cayendo a chorros después son los que horadan el agujero de la comunidad a una velocidad espantosa. Los millones que han ido cayendo después de la sanidad sí que deberían tratarse en ese barullo general. Pero los 29 millones primeros, igual que el no del AVE a Teruel, venían mal enfilados desde la administración de PP: se supone que algo iba a cambiar.

*Escritor y periodista