No todos los miembros de la Comisión del Agua que se celebró en Zaragoza el pasado lunes tuvieron el mismo tiempo para preparar sus propuestas de resolución. Está claro que el catedrático Francisco Javier Martínez Gil tuvo muy poco. O no tiene ordenador ni máquina o simplemente no quiso perder tiempo. Sólo así se entiende que pasara un folio manuscrito (con letra, por cierto, de díficil comprensión) a la comisión con una propuesta suya. A varios de los miembros reunidos en el Pignatelli les pareció impresentable.