La cumbre ha sido un éxito/fracaso, como todo. La cumbre hispano francesa o franco española se ha celebrado en Zaragoza, y nos ha dejado más fríos que el tiempo, con una sensación de si es no es, lo que pasa con la diplomacia y los secretitos de estado... Son tan grandes estos estados que no tienen tiempo ni ganas para reparar en las esquinas de sus respectivos mapas. De todas formas, el mero hecho de que se haya celebrado icí ya es un algo, un logo. Estos superactos difusos, diplomáticos, ponen de manifiesto lo necesaria que es una tele autonómica, una tele que en momentos cumbre cubra todo en directo, sin reparar en gastos. Tampoco hay tantos momentos cumbre. Sin tele propia, la cumbre se queda al albur de las migajas que van emitiendo desde otras autonomías, de las teles francesas, de las españolas, pero es innegable que ante un evento como el de ayer cada cual espera con avidez un trozo específico de información. Puede pasar lo mismo el día 16 en París, que no haya una tele aragonesa emitiendo todos y cada uno de los momentos. Sin tele no hay tren, ni nada. Sin una tele de todos (no de un grupo, por muy potente que sea), el enfoque aragonés se pierde en un barullo de intereses. Nos quedamos con que es muy importante que se haya celebrado icí, con lo buenos anfitriones que han sido nuestras autoridades, y con lo bien que ha salido todo. Quizá en unos días alguien sepa descifrar si ha habido algo de contenido real que pueda afectarnos. El misterio forma parte de estos grandes momentos. Por lo pronto el Canfranc se ha caído del calendario, un tren que está hecho, que sólo hay que actualizar y reparar. Colocan el Vignemale en el horizonte y desactivan el Canfranc, que está mucho más adelantado: es un poco raro. Hay que ir contentando a todos, a los lados, a unos más que a otros. Como siempre, hay que esperar, seguimos a tientas. Como dijeron hace años que el Canfranc saldría adelante y ahora lo abandonan, no podemos fiarnos demasiado de nada. Quizá hay que ir haciendo como con Pla-Za, empezar a ponernos en marcha con nuestros propios medios, a electrificar el Canfranc, a invertir, y mientras tanto que vayan las cumbres a su marcha.

El modelo de Pla-Za es un ejemplo de éxito del todos a una. Quizá hay que seguir por ese camino, haciendo, cambiando las vías poco a poco.

*Escritor y periodista