Manda la actualidad. Y la actualidad es que Israel ha comenzado a levantar el bloqueo a que tenía sometido al Líbano, al tiempo que las tropas de la misión de paz van incorporándose al Sur del país. Los soldados españoles --lo acaba de aprobar el Congreso de Diputados-- partirán pronto para el lacerado semi-Estado mediterráneo, que no conoce la paz después de haber sido invadido y machacado consecutivamente, durante tres décadas, por palestinos, israelitas, sirios, chiítas de obediencia iraní...

Es una misión muy peligrosa, diga lo que diga nuestro primer ministro. Más que la de Afganistán. La fuerza multinacional de la que vamos a formar parte es fruto de un laxo compromiso entre beligerantes, plasmado en la Resolución 1701 de la ONU. Es un cese el fuego; no un alto el fuego. Hay diferencia. Cualquiera de los contendientes puede volver a desatar las fuerzas del mismísimo Averno cuando le venga en gana. Sin que la ONU pueda hacer más que de simple espectadora. Ya ha sucedido. La Fuerza Internacional de Naciones Unidas en el Líbano se desplegó por primera vez hace 28 años y hasta hoy ha mantenido su presencia con suerte bastante perra: 258 bajas. No es una gollería interponerse entre Israel y los chiítas. Estos, que ya son la mayoría demográfica en el Líbano antes medio cristiano, juegan siempre a dos barajas: a la guerrilla y al Gobierno. Hezbolá tiene, aunque nadie parece darle ninguna importancia, dos ministros. Ahí es donde vamos a meternos. Hasta el cuello.

Periodista