No le quepan dudas a Marcelino Iglesias, de que la oposición recogerá hoy el guante que dejó caer con tremenda suavidad en el hemiciclo de La Aljafería. Y así, el Debate sobre el Estado de la Comunidad tendrá mucho más que ver con los asuntos que a él mismo le preocupan que con aquellos otros que le llenan de satisfacción. El presidente aragonés convirtió una vez más su discurso ante la Cámara y ante la ciudadanía en una catarata de datos, estadísticas y descripciones positivas, aunque al final se adelantase a sus oponentes e hiciera una especie de guiño autocrítico siempre relacionado con aspectos de la gestión administrativa de su Gobierno.

Cabía esperar más calado político y más nervio de una intervención que duró casi hora y media, y que va a ser la última de su naturaleza que se produce antes de las próximas elecciones autonómicas. Es lógico que Iglesias volviese a dar su habitual recital estadístico orientado a demostrar que Aragón va bien. Sin embargo no hubiera estado de más que este baño de autoestima se asociara a un programa estratégico mejor definido y a la asunción de retos concretos para, por ejemplo, situar el papel de Aragón en una España de las autonomías que está inmersa en un nuevo proceso descentralizador.

Pero el verdadero debate se va a producir hoy, cuando los grupos den su respuesta al presidente y éste les replique. Veamos qué da de sí.