Será preciso, pues, reescribir a Von Clausewitch y afirmar hoy que la guerra es la prolongación de la teología por otros medios. Ya sé que las personas piadosas, para refutar tal aserto, me recordarán, por ejemplo, que el jefe de las tropas israelíes que bombardearon el Líbano es ateo. Pero ésa es una forma demasiado fácil se salirse por la tangente. También los grandes reyes de Judá, David o Salomón, tenían en sus filas mercenarios hititas, paganos que luchaban y mataban en nombre del Dios único y verdadero.

El Papa quería reflexionar sobre la razón y la violencia de los profetas y sus religiones y ha acabado armando la Dios es Cristo. Parece que se hizo un lío Su Santidad con lo que dijo en tiempos muy lejanos un teólogo bizantino, cabreado al ver que los musulmanes arrebataban por la fuerza al emperador de Constantinopla los territorios que éste y sus antepasados habían conquistado y sometido tiempo atrás con sus cristianísimos ejércitos. De esta forma tan rebuscada se ha metido el bueno de Benedicto XVI en un jardín que no es precisamente el de las huríes. Ahora recula como puede (pero... ¿no habíamos quedado en que el Sumo Pontífice era infalible?). Menudo cirio. Y luego dirán que el presidente Zapatero se va a veces de boca...

Muy revuelto anda el planeta, de verdad. Pones el telediario y aquello es la mundial. Salen unos sucedidos tan horripilantes, que cuando la cosa nacional queda reducida a dos exabruptos de Zaplana, un par de accidentes de tráfico y el procesamiento de algún munícipe mediterráneo descubres que vives en la pura gloria. Es más, visto, lo obtuso y destructivo que resulta Bush, la jeta que gasta Blair y lo fácil que se va de vareta el citado Ratzinger, uno ha de mesarse los cabellos al pensar en manos que quiénes estamos. Comparados con éstos, Moratinos es un genio de la diplomacia y la alianza de civilizaciones el gran invento del siglo. Las cosas, oigan, como son.