Un presidente que miente y no dimite. En el fondo todo el mundo presupone que los presidentes mienten algo o bastante. Si no, habría pasado algo en alguna parte. El fallo es del descuido. Nuevas revelaciones de corrupción en el mundo del fútbol, compras de árbitros, apuestas, chanchullos de fichajes. No era solo Italia, eh. Se descubre una red de escuchas generalizadas en Italia, siempre en la vanguardia, casi lo raro es que a alguien no le hayan pinchado el teléfono, las comunicaciones. Si a uno no le pinchan o monitorizan, mala señal. Alemania pide que se procese a los agentes USA que iban y venían por Mallorca acarreando prisioneros clandestinamente. Hay momentos en los que afloran tantas cosas de la parte sumergida que parece que hay que cambiar algo, o que la civilización se va a conmover. Pero no pasa nada. Cuando los escándalos financieros de la ola Enron y todas la corporaciones que vinieron detrás hubo un gran revuelo, oh, cielos, ¿es que no se puede confiar en nadie, ni en el auditor, ni en las autoridades? En fin, esta oleada de chanchullos descomunales, robos y engaños, abrió un nuevo foco de negocios disimulativos basado en la responsabilidad social corporativa, que supuso aumentar ese tipo de publicidad, buen rollo, caridad, etc. Pero enseguida se ve que los negocios no funcionan bien sin el chanchullo global, y que casi nadie tiene timpo ni ganas de someterse a las normas cuando lo que manda son los resultados. El asunto de los sellos en España también ha desatado una tendencia conservadora para el inversor que quiere sacar mucho rendimiento pero no arriesgar nada, ay qué difícil es todo para los pequeños millonarios. El resultado de esta mojigatería colchonera (el dinero al colchón) es que Matías Prats se ha hecho omnipresente en los anuncios. Ahora el mundo del fútbol y las agencias norteamericanas tendrán que invertir un poco en anuncios.

A la gente le da igual todo, nos da igual todo por una sencilla razón: ya lo sabíamos, lo sospechábamos, lo habíamos descontado, etc. En algunos ámbitos hasta teníamos la certeza estadística, casi casi científica, de que algo estaba podrido en Dinamarca. Los árbitros van a tener que hacer muchos anuncios y una gran obra social, benéfica, etc. La publicidad, a veces, no sirve para vender, sino para comprar.

Periodista y escritor