La guerra del agua no ha terminado, ni mucho menos.

A pesar de la reciente declaración del Parlamento aragonés, oponiéndose, por unanimidad de sus fuerzas representativas, a cualquier futuro trasvase del Ebro, Valencia y Murcia no se rinden.

El Partido Popular de Aragón, por primera vez en seis años, se ha unido al resto de fuerzas aragonesas en la lucha antitrasvase. En lugar de los habituales palos por trasvasista y esquirol, la enmienda a sus propias tesis le ha valido suculentos titulares y tardías felicitaciones (entre otras, la mía). Tal vez, incluso, esa rectificación le haya urdido una coartada electoral válida para salir del pleito hidráulico con libertad condicional, gracias al reconocimiento de su culpabilidad y al atenuante por buena conducta en La Aljafería. Pero... ¿qué más? ¿De qué ha servido esa puesta en escena? ¿Hasta qué círculo de su iglesia ha llegado el exorcismo aragonés?

A tenor de la oposición de los conservadores levantinos, que siguen erre que erre con la dichosa tubería, serias dudas oscurecen la súbita lucidez y la apostasía trasvasista de nuestra derecha. ¿Consultó su conversión Gustavo Alcalde con Mariano Rajoy?

La opinión pública dio por hecho que sí lo hizo, pero a mí, al desconfiar de la naturaleza de los políticos que cambian radicalmente de opinión, que hoy dicen blanco y mañana negro, me han quedado, ya digo, un par o tres de hamletianas dudas.

Una: ¿Llamó Alcalde personalmente a su presidente nacional para advertirle de que iba a votar a favor del "absoluto rechazo"a futuros trasvases? Dos: ¿Es Mariano Rajoy trasvasista o no lo es?

Me temo que, como la mayoría de su partido, sí. Y me temo que el PP, a nivel nacional, también lo sigue siendo.

De lo contrario, Rajoy, desde el momento en que el PP--Aragón se opuso a considerar cedente la cuenca del Ebro, no podría o no debería seguir tolerando declaraciones como las que el pasado lunes, en estas mismas páginas, José Ramón García Antón, consejero valenciano de Infraestructuras, formulaba a nuestro colega Eduardo Bayona.

En dicha entrevista, García Antón reclamaba, con otras (pero las mismas) palabras, el Plan Hidrológico Nacional de José María Aznar y Jaume Matas. "Hay que volver a una política hidrológica nacional --consideraba el consejero valenciano-- basada en el interés general, en la máxima eficiencia y en la solidaridad, como principios básicos irrenunciables en una nación."García Antón --que es, por cierto, ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, y un peso pesado en el PP levantino de

Pons