La última película de indios tiene la rara peculiaridad de que la ganan ellos. La comunidad semínola --una nación indígena originaria de Florida de apenas 3.000 personas-- acaba de hacerse con la cadena Hard Rock, integrada por 126 cafés-restaurantes, 13 hoteles, cinco casinos y cuatro salas de conciertos, distribuidos en 45 países. La misma tribu que peleaba contra Gary Cooper por los pantanales sureños en la inolvidable Tambores lejanos ha desembolsado 725 millones de euros para quedarse con una marca que, como MacDonalds o Zara, forma parte del paisaje de la globalización.

El primer Hard Rock nació en Londres en 1971 y se extendió por el mundo hasta que aparecieron los semínolas, dispuestos a desencadenar la emboscada definitiva. La tribu que fue deportada desde la cálida Florida hasta Oklahoma, tenía la venganza preparada. Durante años, los jefes hicieron caja vendiendo tabaco sin impuestos y entrando en el negocio de los casinos. El golpe de mano definitivo lo dieron el jueves. El indómito pueblo indígena que luchó contra los españoles, contra los ingleses y contra los yanquis ha ganado la batalla final. Han pasado de la miseria a tener una multinacional.