Time´ dedica la portada a todos los internautas. Ay qué guay. En el año 66 ya hizo otra colectiva: a los menores de 25 años (y mira lo que pasó). En el 75 a las mujeres y en el 82 al ordenador. Grandes momentos colectivos, el comunismo era esto, salir en la portada a mogollón, publicar y emitir cual pontífices, urbi et orbe. Al Papa lo barajaron para esa portada, pero no daba el top. Bill & Melinda Gates pusieron el listón muy alto. Ahora ya no dejan actalizarse el Windows así como así, aunque sea legal hay que acreditarse. Y hay que pagar por el nuevo producto (Vista) que a su vez requiere nuevo ordenador. El mundo se pararía si el gentío se sublevara contra este satrapismo y viera lo fácil que rula el Linux y sus familias, y sin consumir tanto procesador ni tanta luz, que al final todo se suma al CO2, autopistas eléctricas y monsergas. A ver si llegan para Reyes los ordenadores de cien euros a pedal. Ecologísticamente, hay que ir migrando: sin agobiarse, pero sin perecear. La cosa es que hay que ir buscando la autoenergía en cuantos más ámbitos mejor. Igual que los edificios ya tienen que recalentarse un poco por ley, los sistemas operativos han de limitar esta escalada de potencia inútil. Todo ese consumo y ese despilfarro sólo para estar, para funcionar, es un poco absurdo, va contra los tiempos. El guiño de poner a los internautas en la portada del año se ha saltado al Papa porque el hombre no se lo curra bastante, no asoma, no desbanca a Britney Spears. Todo por la pereza de viajar a esos mundos extraños.

Total que al veredicto aplazado de 007 sobre la muerte de Lady Di nadie le ha hecho ni caso, donde se ve la endeblez de los mitos y la velocidad de saturación de los olimpos. La obligación de una portada es vender en la jungla del quiosco mundial, y no hay mejor manera que meter la foto de todos los posibles clientes. Sólo cuando algo va subvencionado se puede permitir el lujazo de meter metafísica o paisajes. Las velocidades del mundo nos cogen cada lunes con el paso cambiado, en toda actividad y profesión, incluyendo la doméstica. Ya nadie se acuerda cuál era su tarea, y casi mejor porque así se puede reinventar cada mañana, según lo que esa noche haya cliqueado el mundo disperso e ignoto. (A ver qué dijo Risto anoche en OT. A ver si le dan ya un minuto cada noche antes del telediario).

Escritor y periodista