Después de tres legislaturas como alcalde con mayoría absoluta, Fernando Martín no debería salir del Ayuntamiento de Calatayud por la puerta de atrás. Y sin embargo parece que ese es el camino que él mismo se está trazando, a juzgar por los últimos acontecimientos políticos que lo sitúan casi en una situación marginal con respecto al PP. Martín debe asumir que deja la Alcaldía por imponderables políticos y personales, sobre todo los personales, que le abocan a una situación indeseable. Y debería asumirlo con elegancia, porque en política la elegancia es una categoría imprescindible, para los que se van y para los que llegan.