Entre los gravámenes medievales que nos asestan los gobiernos está el del cánon que penaliza los cedés, deuvedés y todo tipo de mecanismos de copia. Es una cosa medieval. Otro nuevo abuso del poder, que manda más que los gobiernos sucesivos. España, a la cola de Europa. Y Europa, en la cola de si misma. Y los cobros por bloques en vez de por unidades mínimas, segundos, milésimas, etc. Los cobros de las teleoperadoras, parkings. Unos gobiernos entregados a las compañías expoliadoras y organismos depredadores que atrasan y frenan. Lo de los pisos y los malayos y los poceros es terrible, pero estos atracos afectan a todo el mundo desde lo ínfimo: el redondeo cruel.

En fin, feliz navidad, bla bla. La ley de la igualdad está ok, pero debería ser al 50%. Si no, no es igualdad, ni paridad. Es cuarentaporcientidad. Esta ley es muy necesaria, sobre todo para que cuando las mujeres se hagan con el poder, cuanto antes mejor (más que nada por cambiar, que estoy ya aburre), pues que los hombres tengan una protección heredada. Es una cláusula de protección de futuro. Y de paso, un mecanismo para acelerar el cambio ahora mismo. Agotados los grandes sistemas, nos queda el frikismo, que se consolida como corriente universal privada pero altamente compartible y compatible. Agotados los grandes sistemas y sus genocidios diversos, nos quedan las chucherías, los hobbies y la intensidad de lo individual universal, que viene a ser el mp3, mp4 y sucesivos. Finiquitada la era de lo grande, queda la compresión. El frikismo pertenece a la epopeya del capitalismo tardío, que reina en soledad y se devora a si mismo por mera angrucia y avidez. Por eso la manera de sangrar al friki universal es atracarle cuando compra un cedé o deuvedé o reproductor para ponerse los cascos y no oír el ruido del polo que se derrite. Con lo fácil que sería cobrar por milésimas, como hacen en la Fórmula 1. El liberalismo sólo se aplica a los demás. El que puede y manda, lo elude y evade, como se ha hecho siempre. Por ejemplo, el listo del Windows, que sigue sin competencia. Pero el frikismo, por la vía hacker de lograr la excelencia a base de disfrutar, va a acabar también con el capitalismo sin rival que lo ha engendrado. El frikismo es un nuevo hippismo, pero en vez de bajarse del mundo con flores se baja al mundo a su casa.

Periodista y escritor