Veinticuatro de las 27 camas que el albergue municipal tiene dispuestas para situaciones de emergencia están ocupadas estos días por muchos de los transeúntes que duermen en la calle o, en el mejor de los casos, en los cajeros de las oficinas bancarias. Las temperaturas bajo cero de las madrugadas --y hasta del día-- obligan, incluso a los más reacios a encerrarse entre cuatro paredes, a resguardarse en el cálido y confortable espacio de una institución que siempre tiene las puertas abiertas. La labor de los trabajadores y los voluntarios, tanto en este lugar como en el Refugio, es impagable en estos días en los que el calor humano puede al frío.