Nueve días de huelga o, lo que es lo mismo, nueve días sin jornal para un trabajador de la limpieza, son muchos días. Sin embargo, el sacrificio ha merecido la pena porque se ha logrado el objetivo primordial de la protesta: tener un sueldo bruto de mil euros. Ayer, los trabajadores aprobaron el preacuerdo alcanzado por los sindicatos y las patronales con lo que se pone fin a un conflicto que ha durado más tiempo del que es necesario para comprobar que el trabajo de los limpiadores es casi tan primordial para el buen desarrollo de las empresas como el de los consejeros delegados. El nuevo convenio reconoce por primera vez el mismo incremento salarial tanto para el salario base como para los pluses, aumenta aumenta también el número de horas de permiso para ir al médico (diez al año), y establece avances sociales como la posibilidad de que las mujeres (el 90 por ciento de la plantilla del sector) puedan acumular el tiempo de lactancia de los hijos. Nada que otros colectivos laborales no tengan ya.