Tanto estar en el centro del plato de leche, por un afán nunca confesado de ser el centro de todas las miradas, quizá no dándose cuenta de que con ello era el centro de todas las molestias, hasta que ha sido finalmente el centro de todos los abandonos, y con ello, el centro del fin de la poesía que intentaba escribir. De verso encadenado, a verso libre, suelto; y de ahí, a la nada. No ha podido la chulapa madrileña con el gallego, más acostumbrado a entrecerrar los ojos ante el viento en contra. No ha podido, entre otras razones, por que es menos inteligente que aquél. Además, Rajoy defendía una causa legítima, justa, constructiva, integral. Ella, por el contrario, tan sólo el personalismo, el relumbrón, el incordio, lo carente de justificación. Además, no ha sabido aglutinar críticos a su alrededor --eso hubiera sido incompatible con su aspiración de exclusividad--; antes al contrario, ha destapado la caja de los truenos, y algunas polillas han salido de ella, acercándose a la luz también solos, descoordinados. Apenas tocaron con sus alas la bombilla, cayeron al suelo como si de plomo fueran. Cosa que, en el caso de Mayor Oreja, casi parece real. Camps y Arenas, antes al contrario, han sabido apostar por el caballo ganador, en el convencimiento de que por ahora y sin perjuicio, no hay otro. También Ruiz-Gallardón ha aprendido al fin a trazar la curva suave, a frenar a tiempo y a cruzar la línea de meta justo en el momento en que los demás estaban despistados por unas u otras tonterías. Pero el gran perdedor ha sido José María Aznar. Hace ya muchos años que escribí en esta misma viñeta que su intención era ser una gota de derecha en el centro histórico de un océano socialista. Lo ha intentado hasta el final. Y no le ha salido bien. Pasará, como mucho, a la Historia de la histeria. Y deja a propios y a extraños un regusto amargo, de hombre desactualizado. Manuel Fraga se ha adaptado a los tiempos; él no ha sabido, o no ha querido. A otra escala, comienza el baile en el Partido Popular de Aragón. Viejas caras dicen tener nuevos planteamientos. Es difícil, pero si ponen empeño.

Abogado