Un joven ha muerto tras ser agredido de madrugada en la zona de copas del Casco Antiguo de Zaragoza. Es otra muerte absurda y terrible que unir a las innumerables que se vienen produciendo en toda España en esas aceras cuajadas de puertas de bares, o junto a la entrada de las discotecas afters, o incluso en el interior de los mismos locales donde se supone que uno va a divertirse y no a jugarse la vida. ¿Qué está pasando?

La inusitada violencia nocturna es el resultado final de una serie de diferentes aunque obvios sumandos. Tenemos de un lado las imágenes extremadamente agresivas que son comunes a los entretenimientos audiovisuales, desde el cine y las series televisivas hasta los juegos para ordenador. De otro, los cócteles de alcohol y drogas ilegales habituales en el trasnoche. Finalmente, existe un claro abandono por parte de las administraciones, que literalmente han dejado grandes espacios de la nocturnidad librados a la ley de la jungla. Ya no solo falta policía en los lugares y las horas de máximo riesgo, sino que las actividades de seguridad privada tampoco han sido objeto de la adecuada regulación, como lo evidencian los constantes problemas con los porteros de discotecas.

Hacen falta prevención, vigilancia, unos horarios más razonables y, desde luego, eso que solemos llamar una educación en valores. Y severos castigos para los violentos... aunque todavía no hayan matado.