Cualquier medida que se adopte para frenar la siniestralidad en el tramo de la N-232 (Mallén-Figueruelas) es y será bien recibida, pero hay medidas y medidas. Si están amparadas por la lógica social, el sentido común y la generosidad de las instituciones y la concesionaria de la autopista --amarrada por muchos años--, cualquier medida está encaminada al éxito. Pero si solo depende de la voluntariedad y la buena educación de los conductores, se puede decir que está abocada al fracaso. Que se pinte una raya continua y se limite la velocidad a 80 k/h es una medida susceptible de ser permanentemente vulnerada como ya ocurre en tantas carreteras.