Las buenas gentes pretenden serenar los ánimos de una ciudadanía cada vez más atosigada por esa crisis económica en la que nada ha tenido que ver, salvo aguantarse y sufrirla: quietos en la mata, porque vivimos en el mejor de los mundos posibles. Así que ya lo saben, el sistema capitalista vigente no tiene vuelta de hoja, siempre ha habido explotadores y explotados, con una clase media acomodaticia haciendo de balsámico colchón. Fijado el terreno de juego, una democracia que nos permite la ilusión de ser libres --nunca iguales-- y en la que el garrote siempre está alzado para curar cualquier disidencia, que cada palo aguante su vela. Mientras tanto los capitostes de las finanzas y el engaño, con el cabrón de Madoff como mero ejemplo entre muchos otros (¿han reparado la alegría con la que manejan cifras multimillonarias esquilmadas merced a las plusvalías?) continuarán haciendo de las suyas. Y eso que estamos en recesión, bajan los tipos de interés y la banca apenas concede créditos. A estas benditas gentes de las finanzas y el capital no les interesa el paro, los despidos a tope, el cierre de empresas, salvo cuando atentan contra sus ganancias. Su gran preocupación, ahora mismo, es legalizar la jornada laboral de 65 horas, bendita UE del capital pero no de los trabajadores, destinados a generar riqueza para unos pocos. Las buenas gentes piden calma, confianza en "su" sistema. Gracias, generosos. Pero no puede ser así, y ya es hora de que se pongan en marcha organizaciones realmente de izquierdas que fijen el orgullo de la clase trabajadora (todos los asalariados y parados, intelectuales, estudiantes y tercera edad) y reivindiquen el valor de la condición humana como sujeto de profundas transformaciones en el modelo imperante. Aunque el sistema lo considere políticamente incorrecto. Derribaron el muro de Berlín, llegó Juan Pablo II, se desmembró la URRS y se decretó la muerte del marxismo. Fueron muchos los errores y las barbaridades cometidas por el llamado socialismo real, pero habrá que reconocer su capacidad de contención frente al brutal capitalismo que hoy campea a sus anchas.

Profesor de Universidad