Una impresión muy extendida entre el español de la calle es que el sistema de las autonomías ha derivado hacia una región de confrontaciones con el Estado central y a una pugna por ver quién se lleva más dinero. Es lo peor que podría ocurrirle al Estado de las Autonomías, que nació para dar respuesta a una demanda histórica y política en torno a la pluralidad de las nacionalidades, las regiones y los pueblos que conviven dentro del Estado español. Este último empecinamiento de las nacionalidades y regiones parece perseguir el planteamiento de una suerte de comportamiento maligno del Gobierno de la nación, sin percatarse de que tal Gobierno lo único que siempre pone por delante es la consideración de que todas las autonomías son, ante todo, integrantes del Estado. Habría que preguntarse si tal preocupación es compartida por todas las fuerzas políticas con presencia en las nacionalidades históricas. El reparto de los dineros públicos tiene que pactarse, como se está haciendo en estos últimos días del año, pero siempre desde una visión general de los intereses del Estado que solamente puede venir del Gobierno central, por razones que no es preciso explicar. En esta persistente polémica entran en juego factores políticos que deberían estar ausentes o dejarse para otras dimensiones de la lucha política. Así, no deja de sorprender, por ejemplo, que dentro del PSOE se entre en consideraciones de desconfianza o que en el seno del PP se utilice para saldar cuentas políticas entre las facciones en pugna, siempre con el objetivo de mantener a Rajoy, por parte de unos, o de cargárselo y sustituirlo por Aguirre o quien sea, por parte de otros. Quienes durante muchos años hemos sido defensores de las autonomías e incluso de los derechos históricos de los nacionalismos vemos con cierto estupor y con bastante pena que la cuestión territorial se utiliza también para otros menesteres que nada tienen que ver con su trazado original. Yo les pediría a todos una reflexión profunda que dejase de lado los intereses políticos concretos e inmediatos y mirase sólo al centro del problema. Periodista