El mensaje --político, sin contenido económico-- de solidaridad con Grecia que el jueves lanzó el Consejo europeo ha provocado un alivio en algunos diarios de referencia de nuestro continente. Otros no han manifestado sus sentimientos. Pero la inquietud sobre la suerte del euro persiste en todos ellos: no solo en lo que se refiere a su cotización con relación al dólar, sino, lo que es peor, sobre sus posibilidades de supervivencia a medio plazo.

El editorial de Le Monde del viernes no expresaba hipótesis catastrofista alguna. Es más, solo subrayaba los aspectos positivos de lo acordado en Bruselas. Incluso hasta exagerarlos. Pero justamente esa insistencia en argumentos demasiado inconcretos dejaba la sensación de que el influyente diario francés no las tiene todas consigo: "La timidez de lo acordado refleja las reticencias de Alemania --de sus dirigentes y de la opinión pública-- para saltarse las normas de una Unión Monetaria que exige que si uno de sus miembros tiene problemas, ha de resolverlos por sí mismo. Pero lo más positivo que eso es que los miembros del Consejo han afirmado su voluntad de avanzar en la coordinación económica. Es un paso en la buena dirección, aunque sea solo semántico". Bastante menos optimista ha sido la reacción del diario parisino La Tribune. Su titular de apertura del viernes decía: "Europa fracasa".

Desde su titular mismo, "Deutschald über alles", el editorial del diario belga L´Echo, reflejaba otro tipo de inseguridad: la de quienes, a falta de otras fuentes de sustento, se alegran de la benevolencia del poderoso: "Es reconfortante ver como Alemania asume de nuevo su papel de liderazgo en Europa. Es placentero constatar que el pragmatismo ha vencido al dogmatismo rígido a que nos han acostumbrado frecuentemente en el pasado".

Pero el editorial del Frankfurter Allgemeine Zeitung reducía mucho ese entusiasmo: "Pensar que Alemania se va a corresponsabilizar de las deudas de Grecia no se corresponde con la idea del euro que se vendió a los alemanes". El diario de Múnich decía, además, que no hay garantías de que Atenas vaya a hacer las reformas necesarias: "¿Qué esperanzas hay de que lo hagan una vez que se les haya prestado el dinero?". Y terminaba con una idea muy poco tranquilizadora: "La eurozona ha dejado de ser una unión monetaria para convertirse en una zona de deudores y puede que sus ciudadanos tengan que pagar un alto precio en forma de devaluación de sus monedas y de sus pensiones".

Por otra parte, y mediante un largo artículo de Stefan Ruhkamp, el Frankfurter venía a explicar que el principal motivo del apoyo alemán a Grecia, si no el único, es que buena parte de la deuda griega, y de la española, subrayaba el texto, está suscrita con bancos alemanes.

Tampoco el semanario alemán Der Spiegel ha llegado a conclusiones tranquilizadoras: "Primero fue Grecia. Luego vinieron Portugal y España. Irlanda e Italia no están muy lejos. La crisis financiera ha colocado la deuda pública de la eurozona en un nivel que muchos economistas temen que puede provocar el hundimiento del euro".

Cal y arena en el editorial del The Guardian, que dejaba bien claro que no incluía a Gran Bretaña en sus comentarios: "Los líderes del continente mostraron ayer que tienen una capacidad residual de juntarse cuando realmente han de hacerlo. Solo han trazado los perfiles de un remedio, pero, al menos, han reconocido que la eurozona puede, eventualmente, caer".

Menos contemporizador el derechista Daily Mail de Londres: "¿Seguirá existiendo la eurozona dentro de cinco años?", se ha preguntado en sus páginas Andrew Alexander, para decir que él cree que no. "Víctimas de su soberbia, los dirigentes de la eurozona se merecen esta crisis. En su afán por ampliar la Unión, han permitido que se trasgredan las normas. El euro está asediado". H