Tiene razón la concejala de Medio Ambiente, Lola Campos, en asegurar que si se ha logrado que Zaragoza sea una ciudad ahorradora de agua se puede conseguir que lo sea también en consumo de energía. Lo que resulta un poco más chocante es que se invirtieran 7,5 millones de euros en implantar 4.000 farolas más con motivo de la Expo y no se tuviera en cuenta el concepto de ecoeficiencia. ¿Había que dar entonces una imagen de avanzados y de nuevos ricos que ahora ya no es necesaria? Es bien cierto que se liga electricidad a desarrollo pero tener que volver a la bombilla y al cable para ir de sostenibles tampoco parece muy inteligente. Que hay que adaptarse a la estrategia europea es incuestionable, claro que no deja de ser curioso que la norma la dicte Bruselas, capital del único país del mundo que ilumina hasta las autopistas.