Latinoamérica mira a Cuba de manera distinta a como lo hacen Europa o EEUU. No necesariamente con más benevolencia. Las derechas del continente y muchos intelectuales moderados o no conservadores están abiertamente en contra del régimen de La Habana. Pero sus críticas tienen un componente que las diferencia de las europeas o norteamericanas: la proximidad. La izquierda latinoamericana sigue simpatizando con el castrismo, entre otras cosas porque sobrevive un amplio sentimiento popular a su favor. Pero hay matices: en México o Venezuela esa simpatía aún es incondicional, en Brasil lo es bastante menos. El resultado de todo eso es que el continente nunca ha expresado una condena tajante del régimen cubano. Tampoco lo ha hecho esta semana, tras la muerte en la cárcel de Orlando Zapata. El conservador diario La Nación de Buenos Aires resumía en estos términos el panorama: "EEUU y la Unión Europea, como cabía esperar, condenaron de inmediato lo sucedido. Los organismos regionales latinoamericanos, como también cabía esperar, no lo hicieron. La gran mayoría de los presuntos defensores de los derechos humanos en nuestro país, tampoco. La Unión de Naciones Suramericanas no encontró razón alguna para emitir un comunicado conjunto condenando lo sucedido. El Grupo de Río permaneció en silencio. Los líderes progresistas no se conmovieron. Y los medios que reflejan esos eventos son tildados de reaccionarios, cipayos, proimperio".

"Mientras la hipocresía de Raúl Castro lamenta la muerte pero dejando constancia de que no hubo ejecución, como las hay en Guantánamo, aquí en Uruguay, campeón de los derechos humanos, nadie dice nada", escribe el editorial de El País de Montevideo.

En Latinoamérica hay muy pocos diarios de izquierda de peso. Ni siquiera en Venezuela, Ecuador o Bolivia. Pero, en general, esa minoría ha evitado cualquier comentario editorial sobre la muerte de Zapata. Toda esta semana, en la apertura de la página web del muy militante La Jornada de México, ha aparecido diariamente un recuadro para consultar los discursos de Fidel Castro. Otro diario mexicano, El Universal, que no se proclama izquierdista, dedicaba este jueves un editorial a aplaudir la creación de la Cumbre de Estados Latinoamericanos y Caribeños en la que no están incluidos ni EEUU ni Canadá. Y este era su argumento de peso: "Raúl Castro tiene razón al afirmar que ´la decisión adoptada es de trascendencia histórica´. Se deja atrás una etapa en la que nuestras relaciones estuvieron amarradas a los dictados de Washington".

Pero ha sido Jornal do Brasil, un diario de referencia en ese país y partidario de Lula, quien ha expresado más claramente la hondura de las simpatías hacia Cuba. Su editorialista Mauro Santayana ha escrito: "Por más que defendamos los éxitos sociales de Cuba y su derecho a la autodeterminación, el sistema se envileció y crece la insatisfacción interna. No por eso debemos aplaudir la histeria norteamericana y europea ante la muerte del opositor Zapata. El Gobierno cubano se mantuvo duro y sordo frente a una muerte prácticamente anunciada. Podría haber liberado al prisionero o negociado su exilio. Habría tenido que hacer frente al show de la prensa internacional que habría endiosado al resistente. Pero eso habría sido más cómodo que enfrentarse a la santificación del mártir".

Y concluye: "Los españoles se esmeran en la hipocresía. Ellos extinguieron a los indios caribeños, y mantuvieron a la colonia bajo el yugo de sus señoritos durante 400 años. Y en pleno siglo XX tuvimos los años del franquismo, con el garrote vil y el fusilamiento sumario. O el régimen cubano se renueva y acepta la actividad política republicana o corre el riesgo de un fin melancólico. Pero sus dificultades no autorizan a los dirigentes españoles y norteamericanos a exigir en tono arrogante e imperial a la Habana la libertad de sus presos políticos".