El gobierno municipal de Zaragoza ha dado luz verde a la que ha de ser la primera línea de metro en la ciudad y así lo anunció Manu Blasco. Hasta ahí, y si se trata de cumplir aunque sea mínimamente con las promesas electorales, la cuestión puede valer. El problema radica en que, como ya ocurriera con el nuevo campo de fútbol, no hay financiación ni pública ni privada que garantice la ejecución de esta infraestructura, cuyo coste no ha de ser pequeño. En los dos próximos años el ayuntamiento cesaraugustano pondrá 300.000 euros para avanzar en el proyecto. Luego... se verá. No es lo que cabría esperar de un plan serio de movilidad destinado a mejorar la calidad de vida de los vecinos de Zaragoza. Más bien parece otro de esos brindis al sol que caracterizan en estos momentos la gestión de nuestras instituciones. Mucho ruido y poco dinero.