Ésta es la mejor y la única posibilidad de conseguir que los famosísimos bienes de las parroquias de la Franja vuelvan a Aragón. No habrá otra oportunidad en mucho tiempo. Así que debemos aprovechar la coyuntura, agobiar al nuncio, dar la vara y poner a la Conferencia Episcopal y al mismo Vaticano en la tesitura de ordenar al bispe de Lérida que devuelva lo que se llevó... o afrontar actos y protestas que podrían deslucir la próxima visita a España de Su Santidad. ¿No querían ustedes recuperar los bienes de la Franja?. Pues, hala, a manifestarse en la plaza del Pilar así que don Benedicto pise el suelo patrio. Hasta que se den por enterados.

Por mucho que los tribunales civiles estén con el tema entre manos y aunque haya existido un constante empeño (sea por parte de los afanosos nacionalistas catalanes, sea por la de las gentes de orden aragonesas), en arrojar este asunto de los bienes sobre las instituciones públicas, lo cierto es que estamos ante un conflicto eclesiástico, una pugna entre dos diócesis, un pleito fallado por los jueces vaticanos, una contradicción en el seno de la misma Santa Madre. Y es allí donde hay que resolver el problema. Si la jerarquía correspondiente (por supuesto religiosa) no amenaza al obispado ilerdense con suspensiones a divinis, excomuniones, la intervención de la Guardia Suiza o cosas parecidas, los retablos, esculturas, ornamentos y demás no vuelven a Barbastro en años ni lustros.

¡Ah!, y no hagan caso de las simulaciones que se llevan entre manos el propio nuncio o el arzobispo de Zaragoza. Su objetivo es desactivar la protesta del día 7 en la plaza del Pilar. Tal vez escenifiquen algún acuerdo, convenio o protocolo, pero si lo trapiñado no es devuelto ya, échenle luego un galgo en cuanto se acabe la visita del Papa. Tengan por seguro que no hay en el mundo una organización más capacitada para las maniobras dilatorias, el despiste y los dobles sentidos que la vieja y experimentada Iglesia Católica.

El Papa está al caer, hay jubileo, suenan las campanas. O Aragón consigue ahora los bienes o veo a don Hipólito Gómez de las Roces poniendo demandas y requisitorias por los siglos de los siglos. Amén.