Ciertamente, no iremos a engañarnos a estas alturas, concurre en el mercado sobreabundancia de novelas sobre temática nazi. Una antigua y mórbida fascinación avala el éxito popular, entre lectores de toda índole y condición, de este género que mezcla, a similares dosis, la historia con la ficción.

Como ocurre con Egipto, con los templarios y otros temas predilectos al lector, en el universo literario de los nazis hay novelas malas, regulares y buenas. El oro de Mefisto (Espasa), de Eric Frattini pertenece a las sobresalientes.

--Acabo de abrir el libro y ya estoy enganchado --le digo por teléfono.

--Ponte el delantal, para no mancharte de sangre --responde él, desde Afganistán.

Frattini es así, abierto, con sentido del humor, apasionado viajero a todo conflicto contemporáneo, si es armado mejor. Seguro que ustedes han leído artículos suyos o le han visto en televisión. En temas de terrorismo y seguridad está considerado un experto a nivel mundial. Sus investigaciones sobre el Mossad, la CIA, el KGB o la Santa Alianza se han traducido a numerosas lenguas. Como novelista, debutaba hace apenas dos o tres temporadas con El quinto mandamiento, la primera entrega de una saga protagonizada por la familia Lienart, cuyos miembros se enfrentan, en uno u otro bando, y con una moral más que dudosa, a los grandes desafíos y convulsiones de la Europa del siglo XX.

En El oro de Mefisto, Frattini nos sitúa en el inquietante entorno de la caída del III Reich, con un Adolf Hitler refugiado en el círculo de sus más estrechos colaboradores, y prácticamente entregado a las manos de su siniestro secretario, Martin Bormann.

En una situación límite, con las unidades alemanas cediendo terreno en todos los frentes, con el avance norteamericano y soviético apuntando directamente al corazón de Berlín, la inteligencia nazi urdirá sus precipitados planes de supervivencia. Poner a salvo a las riquezas y a los oficiales de las SS, por un lado y, por otro, mantener viva la semilla, la esperanza, de un IV Reich capaz de hacer pervivir la ambición de un imperio pangermánico son los nudos de la trama.

Con esos elementos, decenas de personajes, una documentación asombrosa y un ritmo vivo y eficaz, Frattini firma un thriller que no concede un segundo de tregua.

Buen trabajo, colega.