Esto es vivir en el sobresalto, en el susto tras susto, en la duda, en la indignación. Esta crisis que se han inventado acabará por quitarnos el sosiego en época vacacional, el sueño tranquilo y hasta la salud. Especialmente a los parados y a los del empleo precario, a los jóvenes con futuro más que incierto, a todos los que tienen la hipoteca firmada para los próximos treinta o más años, y a los pensionistas actuales y futuros y a todos porque a todos nos afecta tanto recorte y tanta amenaza a los servicios públicos que proporciona el Estado. Me han convencido de que hay que tomar medidas contra la deuda porque no podemos dejar esa carga a las próximas generaciones, que nuestros hijos paguen en las próximas décadas nuestro bienestar. Pero no me convence que las medidas que se toman siempre caigan del mismo lado. Casi nada se ha hecho por regular esos mercados financieros internacionales que han puesto proa al modelo social europeo, casi nada por imponer la Política a la Economía, casi nada por meter en cintura a los especuladores. Casi nadie habla de los paraísos fiscales, de la economía sumergida. Y cuando se dice que las grandes fortunas deben de pagar más la Sra. Cospedal, la de los varios sueldos, dice que eso es demagogia. Más impuestos equivalen, dice, a más paro. Pues en esa lógica, menos impuestos, más empleo; pero como se ve no es verdad. Si hay que atacar la deuda por qué no una reforma fiscal más justa y menos recortes. Pero no parece que vayan por ahí las intenciones del PP. ¿Y las del PSOE? ¿En quién ponemos nuestra esperanza? Profesor de Universidad